"http://www.w3.org/TR/xhtml1/DTD/xhtml1-transitional.dtd"> Fragmentos... que me forman
miércoles, octubre 11, 2006
- No puedo -le dije- NO PUEDO!!
- Seguro? - me preguntó el gordo.
- Sí, nada me gustaría más que poder sentarme frente a ella y decirle lo que siento... pero sé que no puedo.
El gordo se sentó a lo Buda en esos horribles sillones azules del consultorio, se sonrió, me miró a los ojos y bajando la voz (cosa que hacía cada vez que queria ser escuchado atentamente), me dijo:
- Me permitís que te cuente algo?
Y mi silencio fue suficiente respuesta.
Jorge empezó a contar:

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí, como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefange quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente:

Que lo mantiene entonces?

Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a alún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:

-Si está amaestrado, por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del msterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante, enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree, pobre, que NO PUEDE.

El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a custionar seriamente ese registro.

Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...


- Y así es, Demián. Todos somos un poco como ese elefante del circo: vamos por el mund atados a cientos de estacas que nos restan libertad.
Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez, probamos y no pudimos.
Hicimos entonces lo del elefante: grabamos en nuestro recuerdo:

NO PUEDO.... NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ
Hemos crecido portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.
Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma:
NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ!!!!
Jorge hizo una larga pausa; luego se acercó, se sentó en el suelo frente a mí y siguió:
-Esto es lo que te pasa, Demi, vivís condicionado por el recuerdo de que otro Demián, que ya no es, no pudo.
Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón....
TODO TU CORAZÓN.
Recuentos para Demián
Jorge Bucay
Ed. Nuevo Extremo



 
En el alma de New-Moni a las 9:50 a. m. |


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