Alguien tiene una casa mejor, un cuerpo más bonito, más dinero, una personalidad más carismática. Comparad.
Comparad a cualquiera que pase junto a vosotros, y el resultado que obtendréis será de grandes celos; es la consecuencia del condicionamiento para la comparación.
Si dejáis de comparar los celos se desvanecen.
Entonces simplemente sabéis quienes sois vosotros, y no sois otra persona, algo para lo que no hay necesidad.
Es bueno que no os comparéis con los árboles, de lo contrario empezaríais a sentiros muy celosos: ¿Por qué no sois verdes?.
¿Y por qué Dios ha sido tan duro, y no os a dado flores?
Es mejor que no os comparéis con los pájaros, con los ríos, con las montañas: en este caso sufriríais. Sólo os comparáis con los seres humanos porque habéis sido condicionados a compararos únicamente con los seres humanos; no os comparáis con los pavos reales ni con los loros. Pues en ese caso vuestros celos no dejarían de crecer, os abrumarían tanto que ni siquiera serías capaces de vivir.
La Comparación es una actitud muy necia, porque cada persona es única e incomparable.